China asfixia a Occidente al endurecer las exportaciones de tierras raras

Una nueva guerra de recursos estratégicos

El pulso geoestratégico entre China y Occidente ha entrado en una nueva fase. Pekín ha decidido endurecer las exportaciones de tierras raras, un conjunto de minerales esenciales para la economía moderna y las tecnologías del futuro. Esta medida ha encendido las alarmas en Europa y Estados Unidos, recordando la dependencia energética que el mundo vivió con el petróleo durante el siglo XX. La nueva “guerra de los minerales” ya está en marcha, y China parece tener la sartén por el mango.

Qué son las tierras raras y por qué dominan el futuro

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos —como el neodimio, el itrio o el escandio— cuya relevancia se ha disparado en los últimos años. A pesar de su nombre, no son escasos en la naturaleza, pero sí lo son las minas activas y, sobre todo, las plantas capaces de procesarlos y refinarlos. China produce alrededor del 60% de las tierras raras del planeta y controla cerca del 90% de su refinado, lo que le otorga un dominio casi absoluto en un recurso clave para la transición energética y la digitalización global.

Propiedades únicas y aplicaciones estratégicas

Estos minerales poseen propiedades únicas: combinados con otros materiales, aumentan la potencia magnética, la resistencia al calor o la durabilidad de los productos. Son fundamentales para fabricar componentes estratégicos como imanes permanentes, motores eléctricos, turbinas eólicas, baterías, sensores o chips. Desde un auricular inalámbrico hasta un avión de combate F-35 —que puede contener más de 400 kg de tierras raras— dependen de estos metales invisibles para funcionar.

El impacto de las restricciones chinas

Las restricciones impuestas por Pekín llegan en un momento crítico. En Estados Unidos, el impacto alcanza directamente al sector militar y tecnológico; en Europa, golpea a la industria automovilística, que ya sufre por la falta de semiconductores y los costes de la transición energética. Ahora, las empresas occidentales deben solicitar permiso a las autoridades chinas para importar tierras raras, explicando en detalle su uso y destino. Esto implica compartir información sensible y esperar largos plazos de aprobación, lo que hace casi imposible planificar la producción con estabilidad.

La estrategia china: décadas de planificación

China no ha llegado a esta posición por casualidad. Desde hace cuatro décadas, el país ha diseñado una estrategia industrial centrada en dominar toda la cadena de valor de los minerales estratégicos. Mientras Occidente externalizaba la minería y el refinado en busca de menores costes y menores impactos ambientales, Pekín invertía en subsidios, tecnología y capacidad productiva. Además, su legislación medioambiental más flexible permitió desarrollar minas y plantas que en Europa o Estados Unidos serían impensables.

Occidente intenta reaccionar

Aunque Occidente intenta ahora recuperar terreno, abrir nuevas minas o plantas de refinado no es algo que se logre de la noche a la mañana. Los costes son elevados, los procesos largos y las regulaciones estrictas. Europa y EE. UU. necesitarán al menos una o dos décadas para reducir su dependencia. Mientras tanto, China puede usar su liderazgo como herramienta de presión política y económica.

El caso español: potencial y contradicciones

En España, por ejemplo, se han identificado yacimientos de monacita con neodimio en Ciudad Real, capaces de cubrir hasta un tercio de la demanda europea anual. Sin embargo, los proyectos están paralizados por motivos medioambientales. La paradoja es clara: Occidente necesita las tierras raras para su transición verde, pero su obtención sigue siendo, precisamente, poco ecológica.

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Magnet Plastic, consultoría técnica en imanes permanentes e inyección de termoplásticos.