¿Pierden magnetización los imanes de neodimio con el tiempo?

Sí, los imanes pierden magnetización con el tiempo, aunque este proceso suele ser extremadamente lento. Un imán permanente de neodimio, por ejemplo, puede perder menos del 5% de su fuerza magnética en 100 años si se almacena en condiciones óptimas. Esta durabilidad se debe a su alta coercitividad, una propiedad que define su resistencia a la desmagnetización.

¿Qué factores influyen en la pérdida de magnetismo?

Existen múltiples causas que pueden afectar la magnetización de un imán, entre ellas:

  • Temperaturas extremas (altas o bajas)
  • Impactos o vibraciones fuertes
  • Exposición a campos magnéticos intensos
  • Corrientes eléctricas alternas
  • Oxidación y corrosión
  • Radiación prolongada

Temperatura: el mayor enemigo de los imanes

El calor excesivo puede alterar la estructura interna del imán y disminuir su fuerza. Cada tipo de imán tiene una temperatura de trabajo y una temperatura de Curie. La primera indica el máximo térmico que puede soportar sin perder propiedades, y la segunda es el punto de no retorno: una vez superado, el imán pierde su magnetismo de forma permanente.

Por ejemplo, los imanes de neodimio estándar tienen una temperatura de trabajo de 80°C, pero existen variantes como N35M (100°C), H (120°C) o EH (200°C). Su temperatura de Curie ronda los 300°C. Por su parte, los imanes de ferrita y alnico toleran hasta 250°C y 450°C respectivamente, con temperaturas de Curie aún más elevadas.

¿Y el frío?

El frío extremo también puede afectar, aunque de forma diferente. Los imanes de neodimio pueden aumentar su fuerza magnética hasta los -125°C. Por debajo de ese umbral, la fuerza disminuye temporalmente, pero se recupera al volver a temperaturas normales. En cambio, los imanes de ferrita pueden dañarse de forma permanente por debajo de los -40°C.

Choques, vibraciones y soldadura

Los imanes permanentes son frágiles. Golpes, caídas o impactos pueden astillar su estructura, reduciendo su capacidad magnética. Aunque resisten las vibraciones en general, las de alta intensidad prolongada pueden afectar a imanes más débiles. La soldadura cerca del imán también puede causar pérdida de fuerza debido al calor o la corriente eléctrica.

Corrosión y radiación

La corrosión es uno de los enemigos silenciosos de los imanes, especialmente del neodimio, compuesto por más de un 60% de hierro. Si no se protege adecuadamente, la exposición al agua o a ambientes húmedos puede deteriorarlos rápidamente. Por eso, suelen recubrirse con caucho, níquel u otros materiales. Los imanes de ferrita, compuestos por óxido de hierro, son mucho más resistentes a la oxidación.

La radiación, especialmente en entornos industriales o espaciales, también puede modificar el campo magnético con el tiempo.

Cómo almacenarlos correctamente

Para preservar su fuerza, los imanes deben guardarse en lugares secos, lejos de campos magnéticos externos, vibraciones o temperaturas extremas. Es recomendable apilarlos con la misma orientación para evitar repulsiones o interferencias magnéticas. Además, hay que evitar caídas o golpes que puedan dañar su estructura.

Conclusión

Aunque los imanes permanentes pueden mantener su fuerza magnética durante décadas, factores como el calor, la corrosión o impactos pueden acelerar su desmagnetización. Con un almacenamiento adecuado y evitando entornos agresivos, los imanes conservarán su funcionalidad durante largos periodos de tiempo, asegurando su rendimiento en aplicaciones industriales, tecnológicas y domésticas.

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Magnet Plastic, consultoría técnica en imanes permanentes e inyección de termoplásticos.